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Un nuevo film de investigación vincula la causa de la crisis nuclear iraquí a la industria alemana y a los fabricantes de bombas iraquíes, y cuestiona la clemencia otorgada a un ingeniero alemán acusado de traición por ayudar en el proyecto. El documental "Robando el fuego", también ofrece una extraña mirada de un inventor de armas nucleares, el ingeniero Karl-Heinz Schaab, quien aparece en el filme como un técnico fastidioso de 68 años. El trabajo fue producido y dirigido por los documentalistas ganadores del premio Oscar, John S. Friedman y Eric Nadler. Las habilidades de Schaab fueron vitales para el desarrollo en Bagad de máquinas centrifugas de gas, las cuales enriquecen al uranio separando el U-235, el material utilizado para las armas nucleares, del U-238, que no se puede fisionar. La mayor parte de la infraestructura nuclear de Iraq fue destruida por el bombardeo de los americanos y sus aliados durante la Guerra del Golfo en 1991 y en 1998. La otra parte fue destruida durante las inspecciones de la ONU dentro de Iraq en los 90, y Bagdad niega oficialmente estar trabajando en armas nucleares. Pero fotos tomadas por la administración Bush, que está en la búsqueda de una guerra contra Irak, indican que los iraquíes han estado reconstruyendo sitios anteriormente utilizados para desarrollo nuclear. Un reciente informe de la inteligencia norteamericana dice que ellos tendrán armas nucleares para el 2010. "Robando el fuego" hace hincapié en los orígenes de estas posibles capacidades. En 1988 viajaron a Bagdad contratados por una compañía alemana expertos alemanes en enriquecimiento y en centrifugación. Dichos expertos, Bruno Stemmler y Walter Busse, vendieron a los iraquíes viejos diseños para maquinas centrifugas. El año siguiente (1989) ellos llevaron a Schaab, quien proveyó a los iraquíes de componentes, informes técnicos y, lo más importante, un diseño robado para una centrifuga de tecnología avanzada. Este diseño, clasificado como secreto en Alemania, fue utilizado en una planta de enriquecimiento de combustible nuclear por el consorcio gubernamental europeo Urenco, para el cual una pequeña compañía de la cual Schaab era el dueño fue subcontratada. Los iraquíes pagaron $ 62.000 por los documentos clave. En una entrevista del filme, Schaab dice que en su última visita a Bagdad, en Abril de 1990, el ayudo personalmente a instalar la primera prueba de centrifuga en Irak. La fabricación de bombas requeriría miles de dichas centrifugas. El 29 de junio de 1999 una corte alemana condeno a Schaab por traición y lo sentencio a cinco años de prisión con una multa de 32.000 dólares, pero luego suspendió la prisión porque él ya había cumplido 15 meses en una cárcel brasileña. Schaab viajó a Brasil en 1995, luego que los inspectores de la ONU descubrieran documentos en Irak que exponían la conexión alemana. Ante un pedido del gobierno alemán al año siguiente, los brasileños arrestaron al ingeniero fugitivo, pero luego lo liberaron cuando una corte local sostuvo que era un crimen político, por lo cual no podía ser extraditado. En 1998, a pesar suyo, Schaab tuvo que volver a Alemania, para estar con su madre agonizante y para rendirse ante las autoridades, que aparentemente le ofrecieron que si cooperaba obtendría clemencia. La leve sentencia recibida aumentó los interrogantes de los especialistas opuestos a las armas nucleares. El físico norteamericano David Albright, que participo del equipo de inspección de la ONU, sugirió que el gobierno alemán tuvo intenciones de minimizar el impacto público del crimen cometido por Shaab. "Yo pienso que ellos quisieron hacer desaparecer la historia de Shaab, fue intensamente embarazosa," dice Albright en "Robando el Fuego". El film sugiere que hubo algunas personas que quisieron que Shaab mismo desapareciera. Sus abogados dijeron a los realizadores del film que las autoridades brasileñas los habían alertado de que un servicio secreto extranjero quería asesinar o secuestrar a su cliente, y sugieren que las muertes de sus asociados Stemmler y Busse en 1990, no fueron naturales, como se informó. "Robando el fuego" deja muchas preguntas abiertas, pero establece que las compañías alemanas proveyeron de tecnología utilizable a las plantas de Bagdad. Un desertor de alto rango del programa nuclear iraquí dice que Alemania estuvo abierta a apoyar las intenciones iraquíes de los 80, particularmente con compras a compañías como el gigante químico Degussa y a su subsidiaria Leybold. Un alto ejecutivo de Degussa dijo: "según las leyes alemanas, no hubo entregas ilegales" durante el periodo preguerra del golfo. Los controles aduaneros alemanes, tildados de ser demasiado permeables, fueron endurecidos luego de la Guerra del Golfo. La industria alemana no fue la única que ayudo a Irak a desarrollar sus capacidades nucleares. En el periodo 1985-1990, el departamento de comercio de los EE.UU, por ejemplo, subsidio 1.5 billones de dólares en ventas a Irak de tecnología americana de potencial uso militar. "Por supuesto que Schaab lo hizo por el dinero", dice su abogado Michael Rietz. Pero este experto, quien es descripto por su esposa como "un hombre calmo, muy amable; que no fuma, no toma", insiste en que el sólo se ocupo del desafío tecnológico y no de las repercusiones ilegales e internacionales. "Yo me metí ingenuamente dentro de este asunto", dice Karl-Heinz Schaab. 24. April 2003 aus: El Globo |